El renombrado fabricante de relojes Hamilton fue establecido en Lancaster, Pensilvania, en 1892, donde operó su producción de relojes en los Estados Unidos durante más de setenta años. La empresa lleva el nombre de James Hamilton, hijo de un prominente abogado escocés, quien fundó el condado de Lancaster, el lugar donde más tarde se erigió la fábrica de relojes. Esta fábrica se especializó en la fabricación de relojes de bolsillo de alta precisión para la industria ferroviaria, ganando rápidamente reconocimiento en el mercado. Hamilton se consolidó como líder en la industria relojera estadounidense a principios del siglo XX, capturando más del cincuenta por ciento del mercado.
El emblemático Broadway Limited fue el primer reloj de bolsillo producido en serie por Hamilton, promocionado como «el reloj tan puntual como el ferrocarril». No fue hasta 1917 que Hamilton lanzó su primer reloj de pulsera, marcando un hito en la historia de la marca.
En 1928, Hamilton adquirió la Illinois Watch Company, fortaleciendo así su producción nacional y ofreciendo movimientos de alta calidad en elegantes estuches de oro con detalles dorados. Los modelos Hamilton Piping Rock y Hamilton Spur de las décadas de 1920 y 1930 destacaron por su influencia del vanguardista estilo art déco de la época.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Hamilton se enfocó en la producción de cronómetros marinos para la Armada de los Estados Unidos y relojes para las fuerzas armadas, vendiendo más de un millón de unidades en el extranjero.
Después de la crisis del cuarzo, Hamilton incursionó en la producción de relojes eléctricos, destacando el lanzamiento del icónico Pulsar con su innovadora visualización digital. Sin embargo, la marca experimentó cambios significativos, trasladando su producción a Suiza en 1969 y vendiendo su inventario de relojes eléctricos a Seiko. A pesar de los desafíos, Hamilton mantuvo su relevancia en el mercado y en 1974 fue adquirida por el Grupo Swatch, antes conocido como SSIH.